lunes, 21 de julio de 2014

Arquitectura


































    Encontramos dos troncos con mucha carcoma y muy deteriorados pero estaba claro que tenían mucho que contar.
    Quitar las partes deterioradas y con carcoma, así como la corteza. Lijar, goma-laca, varias manos con sus correspondientes manos de estropajo de esparto.
    Con herramientas antiguas tratadas para eliminar el óxido, crear y componer al gusto.
    Acabado en una de las caras, con tinte y en las demás, al natural, ya que el eje central permite girar la escultura, dándole más vida.
    Desde el momento en que ví los troncos supe que lo que de ahí saliera sería para una persona que me envuelve con su sonrisa y me protege y encandila con sus abrazos, alguien que es "en el buen sentido de la palabra, bueno". Para mi hijo, Javier.


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